jueves, octubre 11, 2007

Sexo en la Plaza: El Caso "Natty".


Uno de los capítulos de una de mis series favoritas Nip/Tuck trataba sobre un día en que la pareja de Shawn y Julia descubrían a su hijo adolescente Matt haciendo un trío sexual con dos compañeras de curso. A pesar de las dudas y resistencias de Sean, Julia decidió reunir en su casa a los padres de las niñas y a ellas para conversar de la “escandalosa” situación. La reunión fue un desastre de acusaciones mutuas, prejuicios, y culpabilidades y un gran pozo del no saber que hacer ni decir en que sus hijos presentes los miraban con indiferencia y desden.

Hoy leí el interesante artículo de Fernando Villegas sobre “Natty” la niña de 14 años del colegio La Salle que le practicó sexo oral a un compañero de curso en una plaza de Ñuñoa mientras era filmada por otro muchacho que además luego subió la escena al sitio “El Antro”, lo que ha generado un debate nacional respecto a si estuvo bien que la chica fuera expulsada del colegio, los usos sexuales de los adolescentes y de los adultos de paso, los resabios machistas de la sociedad chilena y un sin fin de otras cosas tan contradictorias, difusas y multi-temáticas parecida a la actitud de los padres en aquel capítulo de la serie norteamericana que cité.

El sexo en nuestra sociedad Judeo- Cristiana fue y en cierto modo ha sido durante siglos victima de un nudo represivo severo que enjuició con dureza el comportamiento de las personas pero muy especialmente de las mujeres. Las niñas que eran más coquetas podían caer presas en un convento en el siglo XIX, no trabajaban ni votaban a inicios del siglo XX, estaban confinadas en sus casas hace menos de 80 años, el goce sexual femenino era mal visto y pecaminoso hace 50 o 60 años, las relaciones prematrimoniales condenadas hace un poco más de 30, y las niñas era expulsadas de los colegios si quedaban embarazadas hace menos de 10 años. Hoy todas estas restricciones nos parecen a la mayoría de los chilenos un tanto ridículas y pasadas de moda y revelan la velocidad de los cambios que en tendencia sexual ha experimentado nuestra civilización.

En los países del primer mundo a partir de la segunda mundial y producto de la necesidad urgente de mano de obra en un mundo en que los hombres en edad laboral combatían en el frente obligó a incorporar a las mujeres al ámbito del trabajo. Luego la aparición de los anticonceptivos y su masificación hace menos de 50 años trazó el camino de la liberación sexual femenina con su explosión a fines de los 60 y comienzos de los 70 con el movimiento Hippie en Estados Unidos y con los movimientos de liberación y cambio social juvenil en Europa. De ahí en más el proceso ha ido masificándose y extendiéndose globalmente, multiplicado varias veces por la expansión de la sociedad de consumo y la masificación de las comunicaciones del cual Internet es su punta de lanza.

Lo claro es que a pesar que creemos como siempre ocurre en la historia que nuestro momento es levemente mutable, y que más o menos nuestras creencias y juego de valores permanecerán, en verdad en esta materia como en otras la bola sigue girando y avanzando velozmente y lo que para nosotros es lo “Normal” o “Aceptable” ya no es lo mismo para la generaciones más jóvenes y mucho menos lo serán para sus hijos.

Quizás otros aspectos conductuales muten menos vertiginosamente en un plazo de 10, 20 o 30 años, pero el sexo que estuvo muy cargado de mitos y nudos, especialmente avalado por una sociedad que fue muy católica como la chilena y en que muchísimos niños –como Natty- se siguen educando en colegios de ese credo que es especialmente castigador con las mujeres y el sexo, sin duda experimentará las mayores y contundentes variaciones.

Siempre me llamó la atención en el área de la historia de las mentalidades que existen ciertas rutinas que se extienden en las personas y los pueblos más allá de la época que la generó y en la cual se justificaban y que hoy quienes las reproducen desconocen su razón original de ser, esto va desde usos y costumbres banales hasta otras que son más fundamentales; aun hay hombres que hacen caminar a las mujeres por el lado externo de las calles como un signo de protección y caballerosidad sin saber que ello proviene de la caída de cornisas que era habitual en las construcciones antiguas. Aún se ve también, y me toca de cerca, el rechazo de muchos judíos a los símbolos y a todo lo que huela a cristianismo que se origina de las persecuciones que aquel pueblo sufrió a través de pogromos en Rusia y Europa oriental en general. En síntesis la memoria colectiva o histórica demora algunas generaciones en desterrar una costumbre o un sentimiento que perdió su sentido o su contingencia.

En relación a lo anterior cuantas cuestiones que ayer eran usos, normas morales y sociales, restricciones, condenas –inclusos legales- y prejuicios relacionadas con la vida de pareja y las prácticas sexuales y que hoy están vigentes o cuestionadas, que se reservan a ambientes extremadamente liberales o que recién nuestra generación empieza a no condenar con fuerza, serán mañana desterradas o simplemente parte del inventario cotidiano?. En este plano toda aquella moral que pierda su sentido práctico en esta materia debiera, creo, naturalmente declinar.

Por ejemplo con la secularización y las extendidas reformas legales pareciera ser que el matrimonio tiene sus días contados o se irá limitando a una minoría religiosa. No así la vida en pareja que obviamente representa cosas diferentes. Ya los números marcan una tendencia al declive de las uniones maritales y a la multiplicación de familias estructuradas sin el contrato nupcial.

Pero hay mutaciones más drásticas a mediano plazo que probablemente se consoliden; La homosexualidad debiera ser mucho más extendida, el proceso de “Salida del Closet” debiera dar el paso natural a que nos acostumbremos a ver parejas del mismo sexo comportándose libremente en la vía pública y luego un poco más allá –cuestión que incipientemente esta ocurriendo- debiera existir un mayor número de heterosexuales dispuestos a experimentar relaciones homosexuales.

Probablemente la costumbre de la fidelidad férrea, que es en verdad –como lo revelan las encuestas- ocultamente vulnerada por la mayoría de las parejas, de paso a un mayor número de relaciones abiertas. Quizás el sexo grupal, tríos, orgías, etc deje de estar reservado a una “elite” ultraliberal. Y así una infinidad de temas que hoy siguen ruborizando y generando niveles más o menos altos de polémica, probablemente en el futuro no serán si quiera cuestionables.

Cambiando un poco de plano y volviendo de lleno al caso “Natty”, veo un debate estéril y uno potente. Creo que es inútil discutir si es “bueno o malo” que una niñita de 14 años le practique sexo oral a sus compañeros, o que andaba con el uniforme del colegio o lo extraviados que están sexualmente los jóvenes hoy en día.

La iniciación sexual de los jóvenes hoy es habitual a los 14 años y como siempre el sexo oral es una práctica regular y sana del repertorio, de hecho es recomendada como alternativa de salud pública en Gran Bretaña para evitar el embarazo precoz. Quizás aquí el único pero es que una conducta promiscua muchas veces revela carencias e inseguridades afectivas. Pero eso es harina de otro costal y tendrá que ver con una discusión privada de cada familia y sus asuntos.

Desde mi ángulo lo que si es importante y gravísimo es la actuación del compañero que subió el video a Internet sin importarle el daño que le ocasionaba a la niña. Eso trasciende creo toda discusión seudo-sicológica y tiene que ver con aquella moral que es transversal. El pensar que la chica es una cosa, un objeto divertido que se puede basurear públicamente habla de una forma de ver la realidad violenta y “cosista” y machista que es mucho más perniciosa en su contenido social a la chimuchina moralina. Me atemoriza mucho más esa mentalidad carente de empatía al ejercicio sexual que puedan estar practicando los adolescentes.

En este mismo sentido la frase “Buena Natty” que se ha hecho popular como chiste nacional, es como la reproducción multiplicada del video, la réplica canalla del daño. No es lo mismo que un “Buena Zamorano” o el “Condoro” porque los personajes públicos eligen su condición y saben que están eventualmente expuestos a los chismes y a las burlas. En el caso de esta niña ella no eligió su “Mala fama” se la impusieron, y los que dicen la agria broma, usualmente con caras de “Pillines Pelotudos” se hacen un poco cómplices de esa falta de consideración que no tiene nada que ver con los temas de la cintura para abajo sino con la falta de fondo de alma que es algo mucho más revelador y lamentable.