jueves, agosto 21, 2008

Recuerdos de La UPLA V: Gabriel Garate el Maestro Perturbado


Gabriel Garate llegó a nuestras vidas universitarias por varias vueltas carambolezcas del destino, el profesor que poseía la cátedra de Geomorfología se enfermó y debió tomar licencia, su reemplazante –aun recuerdo que era un tal Muñiz- renunció antes de asomarse y así después de dos meses de vacío y clases perdidas un mal día apareció Garate.

Era un hombre joven, alto y enjuto, de vestir deportivo y pelo colorín. Pero si había un rasgo físico que lo retrataba con certeza era su mirada. Ella me recordaba las historietas de Condorito y sus chistes de locos en los cuales los ojos de estos eran unos espirales indicando movimiento y desequilibrio, y como quedaría demostrado su mirada no mentía.

A la primera clase no asistí porque pensé que una vez más sería hora libre, pero pude ver las caras de mis compañeros cuando salieron; Estaban pálidos, hablaban poco, yo diría que estaban traumatizados. La cosa no se venía fácil, y cuando por fin asistí a la clase experimenté el origen del terror y compartí en pocos segundos la perplejidad de mis amigos.

Garate gustaba de la multimedia, solía utilizar un proyector exhibiendo una transparencia, el problema era que tenía una disonancia muy seria entre lo que proyectaba y hablaba. Por ejemplo una clase exhibió un mapa que tenía de título “Geomorfología de América” y comenzó la exposición diciendo…. “Alumnos como ven hoy hablaremos…. De hidrografía de Europa”. Otro día nos pedía que asistiéramos con una brújula y calculadora y al iniciar la clases nos pedía que sacáramos nuestra regla y transportador, otra proyectaba una imagen de de tectónica de placas y decía que tal como aparecía en la ilustración hoy la asignatura trataría acerca de la Cordillera de la Costa.

Luego era dado a las reflexiones incoherentes y al mismo tiempo excesivamente vehemente. Recuerdo una vez que se supone nos hablaría de erosión y toda la clase se trató de la mediocridad chilena: “Chile es una mierda, un país de fracasados, proyectos inconclusos, atraso mental, falta de iniciativa”……..etc etc etc. Miles de millones interminables adjetivos en casi una hora…. Y cuando todo el mundo esperaba que saliera con algún argumento arribista a favor del primer mundo o algo con algún sentido como aquello, llegó la sorpresa “…. Debiéramos ser como el país más avanzado y poderoso del mundo…. Uruguay”… y sus ojos daban vuelta en espiral más y más rápido.

Otro día nos dijo que nos enseñaría a ocupar un instrumento geográfico y sacó de su maleta una brújula de aspecto profesional…. Nos la mostró acercándonosla a todos, como mostrando un artefacto nunca visto y comenzó… “¿Cierto que es linda mi brújula?... sin embargo la que tenía antes era mucho mejor…. Y saben porque no la tengo…… ¿Saben por que no?..” el hombre comenzaba a gritar poniéndose más rojo de lo que ya era…. “… porqué mi torpe mujer dejó que me hijo la agarrara. ¿Y saben lo que hice cuando vi a mi hijo con mi preciosa brújula destruida……… ¿Saben lo que hice?” … volvía a gritar y nuestros dientes castañeaban imaginando aterrados el destino del pobre niño y jurándonos interiormente jamás dañarle ni tocarle la brújula al delirante profesor… “¿saben lo que hice….” Y bajo la voz a un tono tierno y suave… y comenzó a batir sus palmas suavemente “si… lo aplaudí” y nos miró con una sonrisa cariñosa…… Sólo queríamos huir.

Su estructura pedagógica seguía el mismo “no” patrón, concluyó que como curso estábamos muy atrasados y sin base en geografía y por tanto decidió que no tendríamos una sola prueba durante toda la asignatura. Cuestión que iba contra toda lógica y reglamento pero que la mantuvo hasta el final…. Cuando llegaron los exámenes no teníamos ni una bendita nota.

Cuando en la clase hacíamos una pregunta o acotación nos podía llegar indistintamente y sin lógica alguna garrote o zanahoria:

Ejemplo: pregunta el profesor: “ ¿Que es el color blanco que exhiben las montañas en sus cumbres?”… todos nos miramos…. “¿Alguien se anima?”.

- “Nieves eternas profesor” respondió algún asopao.

- “Brillante… este chico será una gran luminaria, todos debieran ser como él, es el mejor de la clase y de la carrera…. Felicitaciones”.

Y ante una pregunta de otro estudiante como:

- “ ¿La fricción de las placas tectónicas siempre se da en forma horizontal profesor?”. Llegaba el castigo a veces al mismo que descubrió el blanco de los montes.

- “Acaso eres imbécil….. como has llegado acá descerebrado para hacer una pregunta tan idiota”.


Ante tal estado de cosas mis compañeros de cuarto año y yo llegamos al hastío. Es verdad que el zoológico docente playanchino daba para mucho pero esto ya había rebasado todos los límites y nos tenía con los nervios de punta. Sobre todo considerando que se acercara el fin de semestre, no teníamos ninguna nota puesta y estábamos en las manos de un orate para el examen final, que además prometía hacerlo oral. Para colmo supimos que para el segundo semestre Gárate nos iba a impartir dos ramos más. En vista de esto elaboráramos un documento en que detallábamos todas las irregularidades que habíamos vivido con lujo de detalle y recomendábamos el despido del profesor de la Universidad. Luego juntamos las firmas de la mayoría de nuestros compañeros para respaldarlo. El texto se lo enviamos al jefe de carrera, al director de departamento, y al decano. Fue un acto de valentía ya que se llegaba a oídos del profesor podía pasar cualquier cosa.

De hecho el profesor había logrado la simpatía de unos pocos alumnos que se sentían felices de que el colorin los felicitara de tanto en tanto aunque después los humillara. Eran normalmente compañeros con las peores calificaciones a los cuales cualquier cariñito era un bálsamo para su maltratado ego. Ese grupo comenzó a operar como los soplones del profesor y por obviedad la noticia de las firmas en su contra viajaron rápido hasta su oficina.

A raíz del documento el director de departamento nos mandó a llamar –ya le dedicaré algunas líneas a este otro personaje- y como era su costumbre de desidia populista con amabilidad y elocuencia nos expresó su impacto por las revelaciones del escrito, que estas cosas no podían pasar en nuestra querida universidad, que los profesores debían tener un filtro para ingresar, bla,bla,bla…… Así que agarró los cartoncitos que colgaban de su pared con la programación del segundo semestre y ahí mismo nos dijo:

- “Les voy a sacar “al Pajarito” -apodo de otro profe de geografía- a los de tercero y se los voy a dejar a ustedes. Y a los chicos de tercero les voy a chantar a Gárate. ¿Les gustan las clases del “Pajarito” niños?”.

Simple movida en el tablerito, tercero perjudicado, nosotros indiferentemente felices y todo solucionado. Y así, sin reparar en la ética de la movida quedamos encantados con la decisión, el “Pajarito” era un excelente profe. Pero el asunto trajo coletazos.

Corto tiempo después tuvimos con Gárate una salida a terreno a la localidad Quinteros que estuvo, como no, llena de excentricidades. Una de tantas: El profesor nos hizo caminar detrás de él por la playa largo rato, para develarnos algunos secretos de la geografía. Se detuvo frente a unas rocas y dijo a la amplia concurrencia que reunía a alumnos de 3º y 4º año. “Saben ustedes como detectar el nivel de salinidad del mar en la costa”… nadie respondió. Acto seguido se acercó a una roca al borde del mar, abrió grande su boca y cual camaleón estiró larga su lengua chupeteando de lo lindo aquella piedra. “Muy salda, muy salada” concluyó, no sin antes obligar a algunos compañeros a degustar roca marina.

No mucho después de ello, mientras seguía cual Jesús recorriendo la playa con sus apóstoles detrás, subió a un montículo que lo dejó a una altura de poder, sobre nuestros hombros mientras bajo el monte escuchábamos su discurso:

“Muchachos hemos pasado un rato fantástico de camaradería e investigación en, sin embargo una nube me ensombrece en estos días. He sabido que alumnos de cuarto año han estado juntando firmas por mí. ¿acaso soy candidato a diputado?. Yo sólo les quiero decir –el hombre ni siquiera nos miraba, sus ojos apuntaban al cielo- que tengan cuidado mucho cuidado conmigo.” Una nueva escalada en la tensión que ya acumulábamos de cara al examen que se venía en los próximos días.

Finalmente el día “D” llegó, era el punto de inflexión para tener el último encuentro con el profesor o quedar repitiendo y volver a sufrirlo el segundo semestre con el agravante de echarse de la carrera. Obviamente estábamos muy nerviosos y asustados. Pero los primeros síntomas fueron buenos, ya habían salido dos alumnos del examen oral y habían aprobado. Sus calificaciones un 5,75 y un 4, 28. Que extraña escala utilizó para de una evaluación oral de nota única poner decimales, nunca será habido. Luego fue mi turno:

Me invito a sentarme al frente de el y me miró con ternura:

- “Johny te tengo muy estresado”.

- “Si profesor la verdad que si”. Y sin reparar en mi sinceridad cambió de tema.

- “¿así que tu eres judío?... pucha que son llorones los judíos”. Lo dijo en un tono que no tenía nada de racista ni mucho menos, sonó igual que hubiese dicho, pucha que son orejones los malayos o cualquier otra tontera. Me contó que su abuelo había luchado contra los nazis en la segunda guerra mundial. Todo raro pero ameno.

- “Johny yo te escuche decir que la geografía no era tu fuerte sin embargo creo que tu sabes mucho de esta materia y llegaras a ser un verdadero geógrafo. Mira te haré unas preguntas para corroborarlo”. Pensó un instante y comenzó. “¿Cuál es el principal océano que baña las costas de chile?.

- “El Pacífico”.

- “Excelente. Ahora dime cual es la principal cadena montañosa de sudamérica”.

- “La Cordillera de Los Andes”.

- “Magnifico Johny, muy bien”.

- “Ahora una aún más difícil ya que este es un examen final ” siguió “Dime dos factores de erosión de la tierra”.

- “La lluvia y el viento profesor”.

- “Increíble estimado alumno, te dije que eras brillante, te espera un futuro esplendoroso. Por ello te pondré una nota acorde con tu impecable desempeño un 5,15”.

Por cierto era indescifrable la calificación y absurda de raíz pero me sentía liberado de las garras de la demencia de allí y para siempre.