martes, agosto 23, 2011

La Derecha no Está Preparada Para Gobernar el País y el País no Está Preparado Para ser Gobernado por Ella


Hace varios años en una clase del magister en Historia de la Universidad de Chile escuché a mi profesora Isabel Torres mencionar la teoría de que una de las razones que explican el golpe de estado en Chile del 73 es que la elite representada por la derecha, después de sucesivos fracasos electorales, dejó de ver a la democracia como un instrumento para acceder al poder y al contrario percibió que sólo le estaba significando una merma de sus posiciones y privilegios. Y ya que las compuertas para ganar elecciones se vieron cerradas –su última elección ganada fue Alessandri del 58 con un gobierno pleno de turbulencias- simplemente patearon la mesa.

A raíz de las actuales movilizaciones estudiantiles que ya van sumando meses, el paro de dos días de la CUT apoyado por la concertación, lo que viene de los Funcionarios Públicos, de la Salud, y el largo programa de movilizaciones que aquejan a la administración de Piñera la tesis de mi profesora me zumba en la cabeza. Esto porque fuera de las validez de las demandas y protestas pareciera en el discurso ir instalándose cada vez con más fuerza la idea de complicar la gobernabilidad de la Alianza e invalidarla de alguna manera para asumir futuros gobiernos.

En ello la base argumental pasa porque supuestamente la derecha posee una cicatriz moral insanable, son los creadores de un sistema político-económico que se crítica como “neoliberal”, “antidemocrático”, “ilegitimo” y “desigual”. Quizás sume en este afán de el que siga muy viva la imagen de la dictadura y sus crímenes amparados por aquella derecha. Esto a pesar que la inmensa mayoría de los militantes de la UDI y RN eran niños, no ocuparon cargos públicos o no nacieron en esos años.

A nivel de calle el cuestionamiento a la legitimidad política llega al absurdo que un dirigente secundario de 16 años invitado al Congreso se dio maña para decirle a la Senadora Ena Von Baer que no estaba dispuesto a debatir con ella porque no había sido democráticamente elegida. Como si la norma que le permitía estar sentada en el parlamento no hubiese sido generada en el contexto de la propia institucionalidad, y como si el niño aquel no percibiera que el invitado era él mismo.

Yo no soy de derecha –lo digo antes que me muerdan la yugular- pero creo que acá lo que está en juego es muy importante y el sentido común se está perdiendo de manera sorprendente. Sebastian Piñera fue elegido en elecciones sin binominal y ganó por mayoría absoluta con registros electorales en los cuales cualquier ciudadano podía inscribirse. Por tanto es el legítimo Presidente de Chile que además es una institución republicana. Aunque no me guste su persona es el mandatario de todos los chilenos.

Al desairar –no me refiero a criticar- a un ministro, o cualquier autoridad pública no sólo se menosprecia tanto a la persona que ocupa dicho cargo sino sobre todo a la investidura que esta posee que es patrimonio del estado de Chile o sea de todos nosotros. Por desaire entiendo la no asistencia a reuniones programadas con la presidencia, no querer a sentarse a conversar con los ministros pero también ningunear a los políticos etc.

El gobierno por su parte tampoco se pone a la altura de su mandato y menos de la crisis que se le ha venido encima. Parece siempre reactivo, sin objetivo, ideología ni convicciones, no se sabe que piensa respecto a cosa ninguna, sólo responde según se le golpea –las tres propuestas en educación son el mejor ejemplo- y da la señal que entre más duro se le da a su piñata caen más dulces. Así el incentivo es evidente.

El ministerio del interior raya en la tontera, exige a los estudiantes que resguarden el orden público ante los encapuchados cuando esa es justamente una función de las policías que dependen de ese ministerio. Prohíben y reponen las bombas lacrimógenas. Demuestran al negar una autorización de marcha educacional que sabe nada de movilizaciones sociales amplificando innecesariamente el conflicto con represión lo que de paso los vincula inmediatamente con su oscuro pasado. Un desastre completo de inteligencia y planificación. Donde están esos cuadros que esperaban 20 años para establecer la nueva forma de gobernar?

Sin timón, sin convicciones, con un presidente incontinente, ministros que improvisan, se contradicen y dicen lo que quieren de la cartera que quieren -la Mathei hablando de educación dio un triste espectáculo en Tolerancia Cero- pareciera demostrar que definitivamente no estaban ni están preparados para gobernar y lo más grave contribuyen ellos mismos a que se socaven sus cargos en tanto tales.

En resumen los anhelos universales de igualdad, democracia y justicia que tienen sustento evidente –probablemente el fin del binominal es el más clave y no el que más se oye- lo mismo que el derecho a manifestarte que es un derecho humano basal no deben hacer perder de vista que el vaso nunca debe romperse y que la cabeza a cortar en esta “revolución” pueden ser los principios y si se quiere el trasfondo ideológico pero nunca el gobierno ni la institucionalidad. Eso es muy peligroso.

La derecha debe y tiene el derecho de gobernar, como lo hace alternando el poder en muchos países de Europa que son reflejo de nuestras aspiraciones de sociedades más justas. La alternancia en el poder es un reflejo de sociedades maduras. A mi juicio se toma a la ligera aunque aún de manera embrionaria que cuando se pretende cerrar el cauce de un grupo político se generan las condiciones para la violencia política. Lo mismo corre hacia la izquierda, de los movimientos proscritos muchas veces surgieron revoluciones y dictaduras. Siempre es mejor tenerlos a todos arropados en el sistema, nunca afuera de él.

Veremos que depara el futuro, el gobierno de derecha democrático no marcó el fin de la transición como dijeron muchos, más aún pareciera que Chile no está preparado para él y peor este sector tampoco estaba preparado para gobernar Chile.