sábado, mayo 05, 2007

Transantiago: El Peor Síntoma


En otros post he defendido la obra de los gobiernos de la concertación que considero en términos generales muy destacada. Estos 17 años han sido de progresos notables en casi todas las áreas relevantes del desarrollo del país especialmente en lo referido al mejoramiento de los índices sociales, económicos y acuerdos comerciales.

Sin embargo como se ha ido develando pública y paulatinamente desde mediados del gobierno de Lagos –siendo generoso- existe un grave proceso de deterioro cualitativo de las prácticas políticas y de sus actores cuyas exteriorizaciones más preocupantes habían sido hasta ahora los casos de corrupción traducidos la mayor parte de las veces en desvíos de fondos públicos para la cancelación de campañas políticas, pagos de asesorías, sobresueldos etc. Como se ha comentado y por suerte, aún podemos calificar estas prácticas como "soft" corrupción no habiéndose detectado hasta ahora que los dineros hayan sido extremadamente cuantiosos ni que existiese canalización de los mismos hacia las cuentas corrientes de los políticos cuestionados.

La llegada de Bachelet generó la expectativa que su gobierno renovaría la concertación y establecería una nueva imagen y fondo, esa era la esperanza para poder asumir un cuarto gobierno oxigenado. La única opción era renovar las caras y consolidar las virtudes y no acentuar los atisbos de problemas. Pero para mi gusto ni los peores augurios podrían haber previsto un gobierno tan pero tan deficiente.

Lo más preocupante es la sensación que la bolita que venía subiendo llegó a su tope y que después de la cima va derecho hacia abajo, y rápido. La concertación se ve sin ningún norte, si ya seguir cohesionándos apuntando a la legitimidad de la lucha contra la dictadura año a año se veía como un discurso cada vez más maniqueo, la ahora muerte de Pinochet lo deja absolutamente carente de sentido. Hoy a los adalides de la democracia se les ve mal haciendo poco y nada por derogar de una vez el nefasto sistema binominal que ha terminado al parecer por convenirles. Expulsando o ignorando a figuras destacadas de sus partidos por expresar razonables disidencias como Escobar, Schaulsohn y Flores del PPD. Se nota un cuerpo sin alma, sin escencia, el poder comienza a corroerlos y a “Achancharlos”. Las numerosas luces de los inicios se van apagando paulatinamente, y de paso van confundiendo y sumiendo en la mediocridad a varios antiguos iluminados.


En mi vida solo he conocido la dictadura y los cuatro de la concertación y tristemente debo decir que este es el peor mandato que me ha tocado presenciar, la dictadura era ilegitima, criminal, y todo lo que ya todos sabemos pero en sus perversidades y represiones funcionaba eficiente en sus objetivos. Administrativamente hablando el actual es un desastre. Cada hecho público esta cargado de errores y falta de previsión, las autoridades se desmienten una a otras, y de tanto en tanto la presidenta aparece retando a su equipo y anunciando medidas tan numerosas como muchas veces impracticables. No se ve un principio de autoridad básico en un régimen presidencial, no se ve inteligencia o eficiencia aplicada a ningún plano. La situación aparece como una seguidilla de reventones de problemas –heredados varios en gran parte de la administración de Lagos- y frente a ellos un gobierno que no es capaz de afrontarlos, contradiciéndose permanentemente y con cero apoyo de sus coalición que vive su particular estado de descomposición y dispersión.

El caso más patético del estado del asunto es el Transantiago. Debo confesar que siempre he sido confiado y cuando se hecho a andar este proyecto bajo la administración Lagos, se nombró a Germán Correa Zar del proyecto y aparecieron los primeros buses oruga y los conductores uniformados sentí que efectivamente se iba a dar el paso necesario para liquidar el nefasto reinado de las micros amarillas. Pero luego comenzaron a ocurrir cosas raras, no recuerdo bien el orden pero Germán Correa fue cesado del cargo y salió vaticinando proféticamente que las cosas se estaban haciendo mal, las autoridades de metro entraron en disputa con el ministerio de transporte, se fue aplazando la puesta en marcha del sistema, pero lejos la señal más tenebrosa fue la obtención de las concesiones de los mismos dueños de las micros amarillas.

Haré una comparación absurda pero cuando supe que los empresarios gansteriles (Navarrete, Marinakis etc) se harían cargo de varias de las concesiones tuve la misma sensación de cuando Juvenal Olmos insistía en no convocar a los mejores jugadores de la Selección Chilena en las pasadas eliminatorias, cuando decidía jugar sin volante de creación etc y yo pensaba que era una mala decisión pero confiaba en que el sabía más que un vulgar hincha como yo. O sea bueno este tipo es el entrenador debe saber lo que hace, y en el caso del transporte, el gobierno debe haber tomado los resguardos para que estos delincuentes se hayan rehabilitado y participen del nuevo sistema.

Luego una vez que el gobierno hecho a andar el proyecto y la gente criticaba pensé que era la típica tendencia de la gente en Chile a reclamar por todo, que se trataba de una exageración. Luego cuando quedó patente que algunos problemas eran objetivos pensé que era una cuestión de ajustar el sistema que en un plazo razonable todo mejoraría.

Sin embargo, el creciente desastre que ha evidenciado el Transantiago me ha convencido de la profunda inoperancia del gobierno de Bachelet. ¿Cómo pudo ser posible que nadie antes de echar a andar el sistema se haya dado cuenta que una buena parte de la ciudad carecía de recorridos? ¿Cómo nadie observó que no podrían controlar las frecuencias sin el uso de los GPS? ¿Cómo no previeron la falta de buses y el colapso del metro? ¿Cómo nadie chequeo el software de Sonda que hasta el día de hoy no funciona? Etc etc etc. Estoy seguro que al igual que el ejemplo de la selección chilena en que uno como simple mortal podía ver que el entrenador se estaba poniendo la soga al cuello, pienso que juntándome entre cervezas con un grupo de amigos podríamos al menos vislumbrar algunas cuestiones básicas del Plan de Transporte que los asesores que recibieron varios millones de dólares y los ministros y funcionarios a sueldo no vieron.

Entonces la pregunta es mucho más delicada y pesimista ¿Qué estado de inoperancia y corrupción posee un gobierno como este que no fue capaz en esta materia de sumar dos más dos? ¿Las autoridades son definitivamente estúpidas o es que nadie se atrevió a supervisar a nadie para no dañar los nichos partidarios o de poder?.

Lo más grave es que ahora la gente modesta y la clase media es la que pagó y sigue pagando el costo del desastre, y el Estado con más dinero que nunca en su historia ha sido incapaz de administrar los recursos de forma adecuada como para hacer algo por ellos. Es una expresión terrible que da pie a todos los que esperan que las cosas salgan mal –como siempre el PC y la derecha- para esta vez con justificación expresar que este gobierno favorece a los empresarios y por el pueblo no es capaz de hacer una inversión sensata. Acaso estas críticas entre tanto asesor de la presidencia que gana un lindo y estable sueldo no era tan bien fácilmente previsible?

Que pena que ese sea el momento del primer gobierno comandado por una mujer, porque en el ámbito machista se explica la debacle bajo este absurdo contexto. Es verdad que Bachelet heredó varios problemas y que le tocó en gracia en el parlamento el peor escenario de la concertación pero a un año y poco de gobierno no es razonable que no pase una semana sin estallar un escándalo.

Si bien la concertación ha logrado hacer crecer al país y sacarlo de profundos e históricos lastres no se ve por donde sean ellos sean capaces de pasar de esa fase A a la B que requiere de niveles de inteligencias y organización más finos. En ello se juega el futuro del país y el saber aprovechar y capitalizar la histórica oportunidad que se nos presenta. Se requiere pasar desde la masificación a la calidad en casi todos los planos de la vida nacional, educación, salud, y felicidad de los ciudadanos. El problema es quien y quienes podrán hacerlo con un sistema político cada vez intencionalmente cerrado y sin la participación de las nuevas generaciones en la actividad política.

Por mientras al menos a cerrar los ojos y apretar los dientes esperando que estos 4 años pasen lo más rápidamente posible.