viernes, septiembre 07, 2007

La Profesora de Francés: II Parte



El día de la confesión, en una modesta fuente de soda se lo dije todo en un estado de catarsis interminable, le conté cuanto me gustaba y lo que me complicaba estos sentimientos contradictorios y este contexto casi imposible. Ella linda como siempre me escucho con atención y se emocionó con la historia. Me contó que también había sentido una atracción por mi, que a veces era más fuerte y otras más leve. También me confesó que cuando mandó el mensaje de año nuevo estaba pensando en mí.

Me prometió que tal como le pedí jamás cambiaría su actitud hacia mi pero por otro lado me dijo que ella había sido irresponsable con todo esto, que no tenía filtro y conciente del camino que parecían tomar las cosas, aclaró que no quería dañarme.

Me sentí liberado y excitado al mismo tiempo, ya no había secretos lo que me hizo descargar un nivel de tensión muy terrible pero al mismo tiempo se había develado que mis cavilaciones no estaban tan lejos de la realidad, esta mujer tremendamente hermosa, madura y sensible que parecía para mi tan lejana me había considerado, le atraía o le pasó algo conmigo en algún momento. Era un regalo inmenso, aun inconmensurable, hasta el día de hoy, ya pasado tanto tiempo sigo sintiendo el privilegio y seamos sinceros el ego de saber que una mujer grande y preciosa pudo haber puesto sus ojos en mi.

Otro día tuvimos un nuevo encuentro, me quería contar algo, nuevamente la fuente de soda de los completos fue el escenario más intimo posible. Allí me dijo que yo ya sabía muchas cosas personales de ella, que la conocía demasiado bien y que era hora que supiera algo muy importante. Ahí soltó una bomba que aun no puedo digerir algo tan personal y terrible que no revelaré en este escrito, se trataba de una traumática experiencia que había tenido en su adolescencia. Si en este segundo encuentro después de la revelación yo pretendía profundizar en la explicación de mis sentimientos o seguir dando pasos adelante con ella, esta nueva historia ocupo todo el espacio y atención al punto de anularme, dejarme sin palabras y sufrir con su experiencia.

Más que nunca quería protegerla, más que nunca quería verla, y comparaba todo el tiempo mi relación con mi compañera de curso, tratando de evaluar quien me necesitaba más y que era lo mejor para mi. Como nunca quería estar con ella, y romper la rutina de sólo verla de tanto en tanto. Era el climax de esta historia, cuando el elástico estaba tan estirado que estaba a punto de romperse y fue en ese minuto en ese sentimiento que repentinamente todo se reordeno hacia atrás y comenzó una inesperada vuelta de tuerca.

Mis intentos por verla más seguido fracasaron, coincidió que ella comenzó a pololear con un tipo adulto bastante más acorde con su edad que yo, y al parecer a diferencia de sus otros intentos se veía más contenta con él. Luego ese mismo verano ella se fue al norte con el nuevo pololo y yo me fui a mochilear al sur, todo esto a mi pesar. Pasó más de un largo mes en que me comí todas las ganas de estar con ella y al mismo tiempo empecé a dudar de seguir perseverando en esta historia intensa pero al parecer imposible.

Quizás producto de la razón, la resignación o el relajo post presión se fue entibiando este amor. Me llegó una carta de ella del norte en que me contaba lo bien que lo estaba pasando y me adjuntaba algunas bellas fotos etc. El tono era diferente, otra actitud, ya no me llamaba con palabras dulces, no había insinuaciones ni coqueteos de ningún tipo. Hoy la entiendo, ella era una maravilla de persona y por mucho que yo le interesara se daba cuenta que quizás el más mínimo desliz conmigo no sería para mi poca cosa, todos los diques que le había puesto a esta relación que a veces se desbordaban podía transformarse en una gran represa con un mínimo contacto. Yo creo que ella vio eso, comprendió que nuestro juego lo estaba tomando demasiado en serio y que enamorarme sin restricciones de ella podía complicar mi vida y mi futuro.

Luego volvieron las clases y ella siguió un semestre más con nosotros, nos seguimos viendo cada vez con más lejanía, paulatinamente todo se fue transformando de nuevo en una relación entre profesora y alumno. Para mi también el vendaval fue pasando y aunque siempre hasta el ultimo de los días me gusto mucho y jamás me negué a que algo pasara entre nosotros, ya podía manejar mis sentimientos y enfocarlos hacia otros deseos y amores menos tormentosos.

La despedida aun la recuerdo con claridad, cuando ya sabía que se iba del colegio me propuso un último encuentro, y ahí la mítica fuente soda nos volvió a acoger. Me tomé varias cervezas (no andaba con uniforme de colegio y siempre me vi. un poco mayor) para atreverme a decir las últimas palabras. Casi al final de una conversación puramente amistosa, pero siempre genial e hiper entretenida le dije unas cuantas cosas respecto a este último tiempo, como siempre me siguió pasado en las despedidas con las mujeres importantes de mi vida, las palabras se hacían insuficientes, siempre quedaba algo por revelar del alma: que ella era la mujer más linda que había conocido hasta ese momento de mi vida, que había estado muy confundido por ella al punto que muchas veces pensé no verla más, por lo mismo le dije que luche mucho internamente para consevarla como amiga y reinventar mi cariño de modo de no perderla del todo, y muchas otras cosas más. Ella me dijo que creía que habíamos sido muy maduros para manejar todo lo que había pasado sobre todo pensando en que yo era muy chico y me dijo unas cuantas cosas bellas que me llenaron de paz.

Así acabó este bello cuento, de ahí nunca más la vi y el vértigo del tiempo fue nublando los recuerdos. Desde acá, escribiendo estas líneas me doy cuenta del futuro hermoso que me tenía deparada la vida, y creo que como sea tomamos el camino correcto de no ir más allá. Confieso eso si que fue extraña, y frustrante la falta de contacto, la energía retenida que quedo en nada.

Pero vendrían nuevas vivencias. Como en mi cuento del Búho, sentí también mucho alivio, resucite volviendo a la noche, a mi hábitat conociendo otras mujeres, estudiando, amando de nuevo hasta lo que es hoy mi Patty y mi familia.

No me cabe duda que ese sol brillante llamado Christine, que fue ante todo mi amiga, debe estar iluminando hoy a otras personas, desde la distancia de mi presente le deseo todo lo bienes del mundo y agradezco profundamente el permitir conocerla y casi amarla.

Por la maravilla que nos da la vida de conocer gente hermosa y transparente, por las veces en que el corazón late más fuerte y la sangre corre más rápido, Por la historia y los recuerdo y las cosas que justifican estar vivos, también por los extraños y en mi caso afortunados caminos del destino, este recuerdo… este humilde y colorido recuerdo de mi adolescencia.

6 comentarios:

José Luis Contreras dijo...

Nunca renuncies a un amor.quizá es cosa de tiempo.

MusAndina dijo...

Muy bella la historia. A todos les deberìa suceder alguna vez. Hay personas muy especiales que realmente hacen que vivir cobre un gran sentido.

Un abrazo,

Stef

Pablo dijo...

Tremenda historia Johny, gran relato! Nada como sentir la sangre correr por las venas.

Anónimo dijo...

Amigo,

Muy intensa e interesante tu historia. La leo y pienso en la locura adolecente y el revoltijo de emociones que viviste en esa época.

Un abrazo.

Pancho

Anónimo dijo...

uf...que bonita historia..un verdadero despertar al vinculo sincero y desde el corazón...y que enseña luego a reconocer en otros esa misma apertura...Muy bonito

Cariños

Michelle

Anónimo dijo...
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