jueves, noviembre 22, 2007

A partir del "Proyecto Hogares" del MIR


Emitir opiniones desde la lejanía de un presente placido y ecléctico como el actual sobre personajes de una época de ambientes turbulentos en que el mundo estaba enraizado en la disyuntiva propia de la guerra fría y de la sensación de que otro mundo y estructura social era posible, es de todo punto de vista una arbitrariedad. Debo partir desde esa base humilde para poder disparar con la absoluta convicción que lo haré desde mi vida cómoda y poco comprometida.

Por otra parte pienso que después de un par de décadas en que se ha repasado tanto en Chile como en Latinoamérica los años de las dictaduras de los 70 y 80 como una época de aritmética simple entre Buenos V/S Malos, Terror V/S Víctimas, Verdugos V/S Mártires, muchos análisis comienzan a poner el foco en las múltiples sombras que poseían los movimientos de izquierda revolucionaria en el continente. Esto que se está tejiendo lentamente no apunta a redimir en lo absoluto la imagen de las dictaduras ni mucho menos, al contrario ya establecido y por fin ampliamente consensuado su carácter criminal, ha quedado liberado el camino para revisar el supuesto “heroísmo” de los movimientos a los que pertenecían la mayor parte de las víctimas.

Establecidos estos dos puntos de partida, me motivó escribir este post el volver a escuchar sobre la llamada “Operación Hogares” que permitió al MIR dejar seguros a sus hijos pequeños en Cuba mientras comenzaban la “Operación Retorno” para volver a la lucha armada clandestina en Chile contra la dictadura militar. Más de 40 niños quedaron al cuidado de una gran guardería en la Isla mientras la mayor parte de sus padres morían en un nuevo y fracasado intento de guerrilla.

También se me vienen a la memoria los múltiples reportajes y artículos sobre Gladys Marín quien por pasar a la clandestinidad dejó a sus hijos pequeños al cuidado de terceras personas de su confianza.

Obviamente de este tema sólo existen testimonios épicos y auto referentes que justifican estas medidas; padres luchadores que debían ir a la batalla por sus ideales, cuidando a sus hijos de las represalias que contra ellos tomarían de seguro los agentes de la dictadura. Por sobre todo estaba el “objetivo mayor”, “la causa”, “El derrocamiento de la tiranía” y otros tantos lemas de fuego que apuntan a que al mirar el horizonte no podía repararse en lo pedestre y mundano.

Pues bien, lo cierto es que la causa de la izquierda más radical fue un total fracaso en Chile, fracaso militar primero pues todos los intentos de resistencia armada del MIR y luego del FPMR fueron inútiles y aplastados por el pinochetismo, pero también político; nunca sus acciones se tradujeron en presión real contra la dictadura de hecho la transición chilena fue llevada a cabo por los partidos más cercanos al centro político que harían cuerpo en la “Concertación”. Pero aún las acciones “por las armas” fueron usadas de justificación para acrecentar la represión del régimen: la operación Albania, el asesinato de José Carrasco, Jecar Nehgme, entre muchos otros dan cuenta de esto. Para colmo estos movimientos heredaron en los primeros años de democracia a grupos escindidos FPMR y MAPU LAUTARO que sólo sirvieron para aumentar el prontuario y manchar con sangre lo que se iba consolidando pacíficamente.

Al fracaso nacional debemos agregar el global, “la caída del muro” develó el naufragio del experimento socialista. En su gran mayoría para los pueblos que lo padecieron lejos de igualdad y desarrollo significó dictaduras, conculcación de libertades, atentados a los derechos humanos, retraso económico y daño ecológico entre otros desastres.

Tomando en cuentas ambas perspectivas lo más leve que se puede declarar es que ese inmenso sacrificio que significó relegar a los hijos “por la causa” fue un grave error que no valió la pena, el proyecto revolucionario se vino abajo por el peso empírico de la historia. A veces las grandes empresas humanas tienen costos de diferente calibre, ya sea monetaria, material, de tiempo etc. Pero sin duda la pérdida de vidas, la destrucción familiar, la ausencia filial es por lejos de las mayores.

Pero a mi juicio hay algo más importante que subyace a todo esto. Yo estudie en el Colegio Latinoamericano de Integración donde conocí a innumerables hijos de exiliados, y me tocó ver varios casos de compañeros que teniendo a sus padres vivos, casi no sabían de ellos, algunos apenas recibían después de años lejanas cartas. Eran personas que por sus profesiones y a pesar de levantado el exilio habían formado su vida en el extranjero, privilegiando sus carreras por sobre sus familias o formando nuevas. Estos eran papás fríos y ausentes, hombres y a veces mujeres muy brillantes en sus áreas pero definitivamente pobres figuras paternas.

Me atrevo a declarar que dentro del mundo de aquella izquierda, usualmente los hijos tenían un valor muy ínfimo, ocupando el tercer lugar detrás de la ideología y la profesión. Naturalmente la pregunta es: Se podía luchar contra la dictadura, mantener las convicciones políticas y filosóficas sin sacrificar de cuajo a los hijos?. A mi entender la respuesta es si, conocí y conozco muchas excepciones de personas de aquella ideología que sufrieron de torturas, exilio y persecución y que a pesar de ello fueron y han sido siempre unos magníficos padres y siempre trataron aun con dificultad de estar cerca y proteger a sus hijos.

Hoy en mi perspectiva de papá me cuesta entender a aquellos que por su trabajo, por su carrera, por “falta de tiempo” postergan gravemente a sus niños, esos que nunca llegan a las reuniones del colegio, que dicen “le estoy asegurando el futuro” y nunca están en el presente, etc. Para los hijos la falta del padre o la madre siempre es un daño irreparable que se resiente en la psiquis del individuo y marca su desarrollo futuro.

Por eso me es casi imposible esa actitud que tuvieron muchos “combatientes” que prefirieron ir en busca de la “Salvación del mundo” arruinando a los suyos. No entiendo como se puede tener compasión con los demás y no tenerlo primero con aquellos más cercanos. Es verdad muchos no tuvieron opción pero la mayoría si la tuvieron.

14 comentarios:

Pablo dijo...

Hola Johny, buen tema, algunos comentarios al respecto.

Puede ser que la ecuación "hacer la revolucion=dejar de lado a los hijos" se haya dado con mayor frecuencia en grupos como el MIR o el Frente, peor tampoco se puede genralizar. Creo que el fenómeno del padre ausente va más allá de los "revolucionarios de izquierda" y de hecho conozco varios casos de ex-alumnos del latino, hijos de quienes serían connotados futuros ministros o subsecretarios... de la Concertación (dan lo mismo los nombres) que vivieron el mismo dilema (o hasta peor).

Pienso que las causas de fondo para dejar de hacerse cargo o distanciarse de los hijos y de la familia pueden ser de dos tipos: o bien proyectos personales que se asumen como proioritarios frente a cualquier otra preocupación "menor" (en este caso sin escrúpulos creo que se trata de actitudes canallas, y las canalladas se distribuyen equitativamente entre todos los sectores políticos)o bien un tema más de fondo, que es la idea de que las lógicas y dinámicas estructurales de la "Gran Historia" son más importantes que las anécdotas de las "pequeñas historias"... las fuerzas objetivas v/s las emociones subjetivas... todo ese rollo... ahí si creo que se le puede achacar más responsiabilidad a la izquierda como tal... pero digo que el tema en sí es complejo, porque las circunstancias históicastambién eran delicadas.

Pero comparto el espíritu de romper con los moldes de los buenos v/s los malos, y elaborar visiones más críticas que maticen el asunto.

Saludos, Pablo.

Anónimo dijo...

Hola Johny, me parece un excelente tema el que haz expuesto. Yo misma soy retornada, llegue a Cuba a los 2 años y vivi alla cerca de 12, por lo que la considero mi patria. Fui pionera, estudie en un colegio que se llamaba Solidaridad con Chile...era un internado, en el que no solo ibamos los hijos de exiliados chilenos, sino que tambien argentinos, angolanos, guyaneses, rusos...en fin de todas partes. Todos teniamos algo en comun...crecimos solos. Pero aun asi logramos crear vinculos afectivos que han sido para toda la vida. Este ha sido un tema recurrente en conversaciones familiares...mis padres estuvieron en Nicaragua y Alemania ...mientras mi hermana y yo nos convertiamos en pequeñas mujeres....recien ahora, convertida en madre de dos chicos, he a aprendido a entender un poco lo dificil que debe haber sido tomar decisiones que no solo afectarian nuestras familias, sino que la de muchas personas. A veces hecho de menos ese compromiso con la vida que tenian, este yo o no de acuerdo en como se hicieron muchas de estas cosas.
Esta experiencia me ha servido mucho en como me he planteado mi proyecto de vida, a fin de que me permitiera siempre estar al lado de mis niños. Aunque suene cliche... los momentos son sagrados e irrepetibles...

Anónimo dijo...

Como siempre, sólido análisis.

Besos,

Anónimo dijo...

Que gran historiador, coleccionista tejiendo redes de ideas que ayudan a mirar una forma de esta realidad.
Queria comentarte a propósito del tema de ser padres, ustedes realmente se ven felices en dicha tarea amorosa, la foto que nos muestras refleja esa sensación.
Un gran abrazo para ustedes.
Michelle

Anónimo dijo...

...la verdad que eso de coleccionista tejiendo redes es tan mula como las terapias de esta mina de arriba. No le compren a esta chantaaa.

Felicitaciones por tus ideas aportando nuevas miradas y debate.

Francisca

Anónimo dijo...

que desagradable leer el comentario de esta persona,a la cual ni siquiera conozco, la descalificación gratuita parece ser una enfermedad habitual en los mediocres.

Pero bueno estoy aquí con otro espíritu vengo a dejarles un gran abrazo por este año que se inicia, que su familia siga creciendo y mil gracias por su amistad.Nos vemos pronto.
Michelle

Johny Shats Sitton dijo...

Como norma nunca he censurado un comentario y de hecho tengo varios post donde me han mandado al infierno por decir lo menos (especialmente el de los testigos de jehova) pero me he mantenido firme. Dudé mucho en publicar el comentario en que una tal Francisca decía una estupidez de Michelle, porque más allá de que sea injusto, desagradable, o lo que se quiera es principalmente para los que tenemos el gusto de conocerla una verdadera tontera.
Querida Michelle ni si quiera a veces vale la pena latearse por comentarios así.

PAZ TRAVERSO dijo...

Tengo esa herida abierta con mis padres , hasta que punto los hijos no inspiramos una base de proteccion y de vision de realidad .
Lo he ido superando por la misma experienca de ser mamá....
Muy lindo tu blog !!!!

Lena dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Estimado Jonhy.
Interesante tu comentario sobre mi vida, interesante tu postura sobre mi vida, interesante el análisis que haces de mi vida, interesante tu análisis sobre la relación con mis padres, interesante el análisis que haces sobre la ideología de mis padres, interesante la critica que haces sobre mi vida, interesante que pienses en cuales fueron los errores que se han cometido en MI vida, interesante que me compares con quien estimes conveniente o con quien tu lógica dicte.
Me gustaría plantear algo (si es que importa en este articulo la opinión de uno de los 60 niños del proyecto hogares del MIR)
La labor de los padres, no consiste en la compañía, no consiste en estar al lado, pues generalmente, bajo esas condiciones, lo único que hacen, es transmitir sus frustraciones, conflictos propios, su mediocridad en general... la labor de los padres, esta en dar el ejemplo, dar valores, llenarte de orgullo por pertenecer a ellos... y no existe mejor ejemplo para un niño que una familia tenga determinación frente a sus ideas y contexto histórico, lo digo tanto por los hijos de revolucionarios de izquierda, como para hijos de militares (de derecha) de la época, evidentemente, no me refiero a los padres que decidieron ser meros espectadores y grandes oportunistas del contexto.
No existen mejores valor, que darte el ejemplo de luchar, pelear e intentar defender tus ideas, lo digo tanto por los hijos de revolucionarios de izquierda, como para hijos de militares (de derecha) de la época, evidentemente, no me refiero a los padres cobardes que decidieron ver que pasara en esa disputa y esconder sus ideas en un sueldo y un empleo.
Los hijos de los revolucionarios de izquierda y los hijos de los militares (de derecha) de esa época, estamos orgullosos de nuestros padres, por que participaron de forma activa en a la historia de chile, de Sudamérica

Anónimo dijo...

Juanito,
Creo que esta vez el tema te ha quedado grande. Intentar mascar más de lo que puedes tragar es algo contraproducente, puedes ahogarte, o al menos atragantarte.
Comienzas bien, poniendote el parche antes que la herida. Luego comnienzas a hacer juicios históricos, que pueden o no estar en lo correcto, y siendo juicios que parten del prejuicio, está bien, ya que al menos haces honor al nombre de tu blog.
Donde realmente metes la pata, es cuando comienzas a hacer juicios de valor. Haces algunas aseveraciones, que partiendo desde la pura especulación del espectador cómodo en su trinchera, denotan tu total desconocimiento de la realidad que se vivió en el Proyecto, así como de la realidad histórica de la época.
Te lo dice un hijo del proyecto. Dices "dentro del mundo de aquella izquierda, usualmente los hijos tenían un valor muy ínfimo, ocupando el tercer lugar detrás de la ideología y la profesión". Diablos, fuertes declaraciones. La verdad, si hubieses vivido esa época y esas circunstancias, hubieras comprobado el inmenso amor que esos padres tenían para con sus hijos. Un amor desgarrador, un amor desde las entrañas. De hecho, gran parte de lo que hacían lo hacían por amor a sus hijos y a los suyos.
Continúas: "me es casi imposible esa actitud que tuvieron muchos “combatientes” que prefirieron ir en busca de la “Salvación del mundo” arruinando a los suyos. No entiendo como se puede tener compasión con los demás y no tenerlo primero con aquellos más cercanos."
Comprendo que hablas como padre que eres, padre que vive en un país en democracia, padre que de seguro no sale a la calle con los cabellos de la nuca erizados por miedo a un balazo de un dino o un ceneta. Padre que va al mall y al cine de la mano con su hijo. Pero esos otros padres no tenían esa posibilidad. Y lo que hicieron, fue con valentía, con la intención de incidir en la realidad para hacerla mejor para los suyos. Fue un acto de amor, un acto de compasión, un acto cariño por mí, por tí y por todos.
Obviemente eran humanos y cometieron errores. Errores que quizás hoy muchos de nosotros, los hijos, pagamos.Pero eso no fue por falta de amor, con intención de arruinarnos, como dices. Eso es un juicio que cómodamente puedes hacer hoy, desde tu compu, tu banda ancha, tu entorno seguro. Hoy puedes pelear desde casita con el mundo, sentarte y erigirte en juez de personas que ayer realmente estaban jugándose la vida por nosotros. Aunque creas como dices, que ese error no haya valido la pena.
M.

Anónimo dijo...

Antes que nada agradezco la posibilidad de enviar al aire, al ciber espacio, en tu blog, las ideas y sentimientos que despiertan tu opinión y la de otros, sobre la experiencia vivida por varios de los que aquí estamos escribiendo.
Rescato y respeto las motivaciones que impulsaron tus reflexiones. Un estar haciéndose padre, con todo lo que esto trae. Los cuestionamientos propios y lo entretenida que se pone la vida con hijos, al menos así me ha tocado a mi.
En el acontecer natural de ese proceso nos sumergimos a menudo en una revisión de lo vivido como hijos, y muchas veces eso trae consigo entender menos a nuestros padres, o al revés, perdonar gran parte de aquellas cosas que en su momento no entendimos. También se abre el abanico, y uno no solo analiza la experiencia más próxima sino también la de “la forma de hacer” de la generación que te precedió en esa tarea.
Es inevitable que así ocurra, y es probable que así haya ocurrido en toda la historia del hombre…
Es por esto que no me molestan muchas de tus opiniones, aunque no esté de acuerdo con ellas. Creo que hay variantes que solo podemos aportar aquellos que vivimos esta experiencia bastante desconocida aún. Opiniones construídas sobre una lógica casi “irrebatible” desde la distancia y el desconocimiento deben comenzar a incorporar otros elementos. Es tarea nuestra el entregarlos.
El contexto histórico ya está descrito. Sabemos que nada de eso hoy sería posible. Es casi impensable en nuestra realidad. Habría que ver si es así en el mundo entero. Tengo mis dudas….lo que es cierto es que la mayoría de nuestra generación y la de nuestros padres construyó a partir del ’90 sus vidas de manera individual. Se acabó para nosotros y el mundo el paradigma del hombre que estaba al servicio de una sociedad, donde el colectivo, y el ser social era lo importante. Vivimos en el mundo contrario, lo importante pasó a ser la vivencia individual, y en ese momento “la familia nuclear” volvió a tener el lugar que por décadas perdió. Esto no es un juicio, me gusta la familia. Pero encuentro insoportablemente pobre el ser que esta sociedad está construyendo en el individualismo más profundo que quizás la humanidad haya conocido…
Rescato lo que dice M sobre el amor de nuestros padres. Yo nunca he podido tener ni una asomo de duda sobre ello. Sé que mis padres me amaron y me aman. Y esto no es una defensa al accionar político. Todo niño siente cuando es amado o no, yo siempre me sentí muy, pero muy querida por mis padres.
Este no es un elemento cualquiera. El amor se ha entendido y expresado de distintas maneras a lo largo de la historia. Nuestros padres formaron parte de una generación que se formó con la noción del amor hacia lo “no dimensionable”, lo abstracto, hacia las ideas, el amor al colectivo. Ellos rieron, gozaron, sufrieron y dieron su vida en muchos casos por ello. Es parte de lo que nos entregaron al partir, al menos en lo que a la experiencia del Proyecto Hogares se refiere. No quiero generalizar, es probable que nos todos sintamos lo mismo al respecto, pero yo siempre sentí que esta idea fue una manera de incorporarnos a ese amar en colectivo. Había es cierto, una extraña contradicción entre el no desayunar con tus padres, el no sentir sus caricias al dormir, el no verlos partir a una reunión de padres, es decir la enorme falta que nos hicieron, con esa vivencia casi imposible de describir ,de formar parte de un enorme conglomerado de niños que se quería, cuidaba y reía por sobre todas las cosas también. Eso es irrepetible. Y no te imaginas lo mucho que a veces quisiera que mi hijo algo de eso tuviera. Aún cuando siento que es un niño feliz…

Hay otras dimensiones a las que te refieres. Sobre los padres que después del ’90 hicieron sus vidas, y finalmente según tú, después de haber faltado a sus deberes de padres por estar al servicio de sus ideales no volvieron a hacerce cargo de sus hijos abandonados en “la nueva realidad”.
Aquí es donde el tema se pone más complejo. No me cabe duda que casos existen como humanos habemos…pero hay elementos que pueden ser identificables para muchos. En el caso de los padres del MIR (que son los que más conozco) tras la derrota de su proyecto político no les quedó otra solución que incorporarse cómo cada uno pudo al proceso que vino. Y esto es: con la derrota a cuesta, muchas veces con el dolor de haber sobrevivido a sus compañeros muertos, con la sensación de culpa por haber dejado abandonados a sus hijos por una causa que nunca vió la luz, con pocas herramientas laborales, etc…para insertarse en esta “nueva sociedad”, y con el reencuentro con los hijos desconocidos para ese momento.
En esa época (ya han pasado más o menos 17 años), es probable que uno haya mirado el panorama de esos reencuentros y estos no hayan sido los “esperados”. Nosotros los hijos también traíamos la tarea a cuesta de insertarnos, conocer este país extraño que nuestros padres tanto amaban, algunos yendo y viniendo y volviendo a partir, otros quedándonos con muchas dificultades para encontrar algo de lo imaginado en el nuevo escenario, y re-conociéndolos a ellos también. Con rabia a veces… No fue una etapa fácil para nadie. Difícil era el país entero en ese momento.
Pero hay un proceso en todo esto, más o menos logrado hasta ahora, con algunos más afortunados que otros….y ese proceso aún continúa. La gran tarea (poco consciente y a paso de hormiga) ha consistido en que los padres reconozcan que los hijos sintieron el dolor por no tenerlos, que eso no los hace culpables, pero si responsables. Se puede dar el reconocimiento de que existió una realidad lejana y única por ambos lados que no hay que esconder. Cuando esa base se establece, hay una nueva relación por construir. No la misma que hubiese sido, pero es una relación que puede madurar con lo que nos queda a hijos y padres de vida, y que puede establecerse sobre las bases que cada uno invente.
A esta altura también, pienso que cuando los padres no han podido traspasar esa barrera, nosotros los hijos que hoy también somos padres, podemos hacer algo por ello. Podemos ayudarlos a perdonarse. Todo esto por supuesto si hay ganas…después de lo ocurrido nada de esto es un deber…pero creo que hace bien.

Es desde ese nicho de problema “individual” por resolver, que es posible que se establezca un diálogo entre ese pasado tan “remoto”y tan incomprensible para las generaciones de hoy. Somos nosotros, (padres e hijos) los que vivimos en carne propia el pasar de un paradigma a otro, los que podemos tender un puente para darle sentido a esas vivencias, o dejarlas para siempre en estado de ruptura… tal como lo plantea hoy esta sociedad y tu “nueva mirada” que sigue estableciendo la lógica del “blanco y negro”, “lo bueno y lo malo”, etc…

Maca

Anónimo dijo...

… johny me perece que te metiste en la pata de los caballos, estos cabros son cosa seria y no te imaginas lo fácil que es herir sus sentimientos. No es que tus prejuicios estén malos del todo, de hecho si los hubieras sido escritos hace 10 años atrás te lo abríamos comprado más, pues hace 10 años nadie escribía sobre esto. Pero la historia es dialéctica (eso se lo robe a Marx, claro esta) por tanto su mirada depende mucho del lugar y momento desde donde la vuelvas a mirar. Los cabros del proyecto han crecido muchísimo, de verdad me impresionan mucho las nuevas capacidades que han desarrollado para verse a si mismo, a sus padre, la historia y la madre de los tomates. Parece que esto d hacer familia y tener hijos es realmente sanador, la cagó. Bueno yohny igual te felicito, valor no mas para esgrimir la filuda lanceta de estos cabros (y dale con “cabros”) hombres y mujeres del proyecto hogar. Saludos también a los anónimos.
nelson

Anónimo dijo...

Interesante columna. Obviamente el tema del proyecto hogares, entre otros, no lo enseñan o señalan en el colegio (si es que enseñan algo en la educación Chilena) y valoro su muestra.
En esa época no viví, pero me encantaría que la mayoría de los jóvenes Chilenos tuvieran ese espíritu de cambiar el sistema, ya que mucha falta que hace.
Con respecto a uno de los comentarios, el cual decía que había que defender tus ideales, creo que es muy necesario pero no con costos de vida humana. Nunca defenderé el asesinato a una persona por ideales u objetivos personales o grupales, ya que yo soy realmente un defensor de los derechos humanos.